La crisis de la COVID-19 ha obligado a adoptar medidas de emergencia para proteger la salud de los ciudadanos y evitar el colapso de la economía. Así mismo, ha puesto de manifiesto algunos problemas por la excesiva dependencia del sector turístico y las carencias en materia industrial. A menor escala, ha provocado cambios y renuncias en las costumbres tanto privadas como institucionales. Así, por ejemplo, la entrega de despachos de la Academia General Militar de Zaragoza (AGM) ha sido suspendida por primera vez desde 1940.
La AGM, como punta de lanza del ministerio de Defensa, tiene una presencia importante en la sociedad aragonesa, especialmente en Zaragoza. Sin embargo, poco se analiza el impacto económico de esta institución y del sector industrial de defensa y seguridad de Aragón. El sector industrial de defensa ha sufrido importantes cambios en los últimos años. De una parte, los productos tienen cada vez mayor contenido tecnológico, habiéndose incrementado los gastos de I+D e incrementado la colaboración con otros sectores industriales. Así, muchos de los desarrollos acaban teniendo un uso no solo militar, sino dual. En segundo lugar, las nuevas amenazas han renovado las necesidades de las fuerzas armadas.
La crisis económica de 2008 dio lugar a una reducción importante de los presupuestos de defensa de los países europeos (en conjunto una caída del 11%), no siendo España una excepción. A partir de este momento, la Unión Europea (UE) ha intentado profundizar y potenciar la cooperación en materia de defensa y seguridad, por dos motivos principalmente. De una parte, para aumentar la independencia y autonomía estratégica europea. Por otro, para desarrollar un mercado único de defensa que pudiera aprovechar las economías de escala en un sector caracterizado por alta inversión en I+D, elevados costes de producción y demanda volátil y fragmentada. Este impulso se materializó a finales de 2016 con la aprobación del Plan de Acción Europeo de la Defensa (EDAP por sus siglas en inglés) más centrado en la industria que en la interoperatividad, cuyo objetivo era construir en Europa una base tecnológica e industrial de defensa sólida, secundada con un ambicioso programa de apoyo a la investigación, al desarrollo y la innovación. Esta base debería servir para estimular la cooperación y dotar a los estados miembros de la EU de las capacidades necesarias para conseguir la autonomía estratégica. Desde su aprobación se han desarrollado distintos instrumentos y herramientas financieras. En 2018, la comisión propuso que en el siguiente presupuesto plurianual (2021-2027) el fondo estuviera dotado con 13000 millones de euros para financiar proyectos competitivos colaborativos durante todo el ciclo de investigación y desarrollo. Los proyectos debían estar impulsados por empresas/instituciones de más de dos países, y se pretendía también incentivar la participación de pequeñas y medianas empresas. La existencia del EDAP y la financiación planificada suponía una oportunidad para el sector industrial español que había sufrido una importante caída de las ventas al ministerio de Defensa, consecuencia de la reducción presupuestaria.
Sin embargo, el impacto de la pandemia en la economía de los socios europeos ha modificado sustancialmente el proyecto de presupuesto plurianual previsto, introduciendo medidas específicas para la recuperación en el marco de “Next Generation EU”. Una de las partidas afectadas ha sido la de defensa y seguridad que ha visto reducido el presupuesto a 7014 billones de euros. La caída, aunque importante, mantiene el interés de la UE por fortalecer su autonomía y desarrollar colaboraciones que permitan una mejor utilización de los fondos y reduzcan duplicidades. En este sentido, el ministerio de Defensa junto con los ministerios de Alemania, Francia e Italia remitieron una carta en junio al resto de socios destacando la importancia de mantener la ambición por la cooperación y desarrollo de una base industrial de defensa europea, incluso en los momentos actuales.
¿Puede este nuevo escenario beneficiar al sector industrial aragonés en general y en particular a la industria de defensa aragonesa? La respuesta es afirmativa, pero la existencia del plan europeo de defensa no debe utilizarse únicamente como un vehículo para captar fondos, sino como una herramienta que impulse el desarrollo del sector e industrias auxiliares que puedan aumentar el efecto arrastre en el conjunto de la economía aragonesa. Las condiciones ya se dan.
La industria de defensa de Aragón supone el 10% de las empresas proveedoras del ministerio de defensa, participando algunas de ellas en los programas especiales de armamento (PEAs). Las pymes representan más del 90% del sector y están especializadas principalmente en los subsectores electrónico, materiales, armamento y vehículos terrestres. Son empresas con capacidad innovadora, como demuestran los contratos de colaboración tecnológica o la participación recurrente en programas de I+D del Ministerio de Defensa, como el programa COINCIDENTE. Su productividad por empleado es superior a la media española del sector, exportan más que el resto de empresas aragonesas y venden tanto al sector civil como militar. Este punto es interesante porque pueden aprovechar sinergias e incorporar estrategias que se han demostrado exitosas en otros sectores. Además, la importante presencia del ministerio de Defensa en Aragón (multitud de unidades militares ubicadas en la región demandantes de últimas tecnologías, buena integración del personal destinado en las unidades en la sociedad aragonesa, posibilidad de ensayar nuevos materiales en el CENAD San Gregorio ...) sitúa al sector aragonés en una posición de ventaja que debería explotarse.
En este sentido, recientemente, un TFM del Máster de Adquisiciones para la Defensa de la Universidad de Zaragoza realizado por Jesús Alierta dirigido por la profesora Natalia Utrero González del Centro universitario de la Defensa, ha analizado la evolución reciente del sector y las posibilidades que la creación de un clúster de innovación en Aragón. La investigación empírica previa ha encontrado que en este tipo de clúster las empresas más dinámicas e innovadoras, con experiencia internacional, pero con relaciones locales, lo que se conoce como empresas tractoras, pueden ayudar a otras empresas locales con peores conexiones externas a acceder a nuevos conocimientos y mejorar su capacidad de innovación y la internacionalización. El TFM concluye que este tipo de organización empresarial puede ser útil para consolidar y ampliar la base industrial de defensa en Aragón mejorando la capacidad innovadora y aumentando la posibilidad de llegar a acuerdos internacionales que permitan participar en los proyectos del plan europeo de Defensa e incrementar la internacionalización del sector. El desarrollo de este sector estratégico permitiría aumentar la capacidad industrial de Aragón y ayudar a la recuperación económica. La mejora en las posibilidades de participación de la industria de defensa aragonesa en los proyectos del plan europeo de Defensa parecen, por tanto, una buena oportunidad para el sector y la región.
Firmado: Natalia Utrero González y Francisco José Callado Muñoz
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