El dramatismo que ha presidido la acción de casi todos los gobiernos por la tremenda amenaza para la salud que ha supuesto el coronavirus, se está trasladando a la economía, la cual se ve hundida de momento en un pozo más profundo que el del 2007. En este contexto, los ciudadanos leen y escuchan cada día previsiones catastróficas y cambios estructurales de los más revolucionarios de la historia del capitalismo.
Cabe preguntarse si este escenario es fruto de un estado de paranoia académica y del miedo que ha traído una enfermedad desconocida para la que no hay cura y que ha paralizado en gran medida la producción industrial, actividad comercial, etc. o es que, en verdad, nos esperan unos años dificilísimos, de los que la clase trabajadora va a salir tarde y mucho peor que entró en el mes de Febrero pasado, y para cuya superación se requerirán cambios mayúsculos en las empresas.
No se puede negar el destrozo económico que ha producido el confinamiento y el parón de toda o casi toda la actividad económica. Cuál ha sido el coste en términos del PIB, habrá que calcularlo afinando algo más que lo hacen las estimaciones a ojo, cada día cambiantes. Para lo sucesivo, nada hay seguro, pero lo que sí parece bastante claro es que la reactivación económica próxima va a depender, más que de los cambios estructurales en la producción y demanda, de la evolución de la pandemia y de si los esfuerzos en la investigación tienen pronto éxito y se encuentra una vacuna o un medicamento efectivo contra la enfermedad.
Los ciudadanos, los empresarios y los trabajadores tienen mucho que decir con el seguimiento que hagan de las instrucciones y recomendaciones que nos vienen dando las autoridades para contener la pandemia. Esta es la palanca que, a partir de ahora y hasta que se encuentre una vacuna, permitirá una reactivación económica aceptable. Porque los males que nos afectan no son los mismos, al menos sus causas, a los que tuvimos en 2007, y con seguridad el BCE no va a tomar medidas financieras equivocadas, como en el inicio de la anterior crisis, que conviertan una crisis de salud en una crisis financiera o de deuda. Las empresas están preparadas, y el sistema global no ha sufrido, ni mucho menos como en 2007, un crac tras otro, y los mercados no han tenido un derrumbe, sino más bien una paralización, -salvo quizá el turismo y la hostelería si no llegamos a tiempo este verano a remediarlo en alguna medida-. Las empresas retomarán su actividad con su anterior sistema y organización productiva. Se irán produciendo cambios y adaptaciones que serán, posiblemente, aceleración de las ya iniciadas antes (teletrabajo y comercio electrónico, fundamentalmente) y que no harán sino mejorar las expectativas. Es decir, la actividad económica de las empresas, su reanudación, está ligada fundamentalmente a la salud, a cómo evolucione la pandemia, a cómo la capeemos, más que a la adopción de nuevas tecnologías o métodos productivos que naturalmente se irán incorporando, pero que no determinarán, de momento, su funcionamiento. Los consumidores, se ha visto estos días con la tímida apertura de las terrazas de los bares, no tardarán “en volver a las andadas”, al agradable “oficio” de gastar y consumir.
No obstante, lo que sí es seguro es que el sostén de la actividad está suponiendo, y va a suponer, un coste importantísimo para las arcas del Estado; ya lo está siendo, con unos gastos disparados y unos ingresos mermados al mínimo. Los ajustes vendrán en futuros ejercicios. Serán muy dolorosos. De momento el BCE y Europa serán de inmensa ayuda. Pero este es otro tema. Nuestra confianza y todo el empeño de sociedad y gobierno, están en que las empresas se pongan en marcha, y lo hagan con el convencimiento de que un cierto optimismo ha vuelto a consumidores y a ellas mismas. Pero para que funcionen, y puedan mantenerse y crear empleo, necesitarán, como siempre, Demanda y Liquidez.
La primera llevará un tiempo hasta que se ajuste a la oferta, pero como hemos visto anteriormente, es posible que no se haga esperar, pues el mercado no parece que haya sufrido grandes contracciones. Con la ayuda del Gobierno, y también de Europa, la falta de liquidez no ahogará al tejido empresarial, lo que ayudará a conservar las plantillas, a que los ciudadanos pierdan definitivamente el miedo al consumo, y a que los ERTES no se conviertan en ERES. Este es el empeño del gobierno, y en ello va a poner su máximo interés con la ayuda de los fondos financieros que, sobre todo, vendrán de Europa, de su Banco Central.
Los días y semanas pasan, y la pandemia se ha reducido en España muchísimo, pero todavía sigue ahí entre nosotros, y las normas que regulan la vida de los ciudadanos y la actividad económica, también. Pero el capitalismo tiene que levantarse de esta postración porque no tiene alternativa, y es en su seno –investigación pública o privada- donde ha de encontrarse la definitiva solución. Esta es su mejor carta de presentación en este momento.
Necesitamos adaptarnos a convivir con el virus, y la forma como lo hagamos aliviará mucho los graves problemas y dificultades que nos ha traído. Tendremos que ser flexibles y disciplinados, pero alejando el miedo al consumo y evitando el ahorro excesivo. Lo mismo podemos decir de los países destino de nuestras exportaciones y procedencia de nuestro turismo. Hay muchas empresas que lo han entendido así, como las que se “se han sumado a la iniciativa ·/EstoNOtienequePARAR/ que “ha decidido iniciar su segunda fase, con la que pretende abordar el nuevo reto de acelerar y activar la economía para superar las consecuencias sociales y económicas que la crisis sanitaria está teniendo en la estructura empresarial” (El País 24/5/2020).
Lo que sí tenemos todo el derecho a exigir es un Gobierno convincente y sano y volcado, sobre todo, en la Salud y en fortalecer y ayudar a la economía, y al frente de una sociedad que quiere que se apoye a las empresas para el mantenimiento del empleo, que es su máximo empeño, dejando, si es preciso, para más adelante, algunas reformas que hay que hacer, pero que quizá no sea el momento. Y en especial, dialogo y dialogo.
Firmado: Nuria Alcalde Fradejas
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